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domingo, 24 de febrero de 2019

Los Arcos de Teruel



     El núcleo originario de Teruel se asienta sobre un pequeño cerro. Pronto creció la población, siendo necesaria la ampliación de la ciudad en la Edad Media en arrabales extramuros.

      El Acueducto de los Arcos o Traída de las Aguas de Teruel es una de las obras de ingeniería más relevantes del Renacimiento español. Su construcción obedeció a la necesidad de mejorar el suministro de agua a la ciudad de Teruel, que hasta ese momento dependía de los grandes aljibes construidos en el último cuarto del siglo XIV en la actual Plaza Carlos Castel y de varios pozos y aljibes más pequeños distribuidos por otros puntos del casco urbano. 


         En 1551 el Concejo de Teruel encargará el reinicio de la construcción de la Traída de Aguas a Pierres Vedel, arquitecto de origen francés que había concluido con éxito el complicado recalce de la Torre mudéjar de San Martín. 


      Pese a las dificultades, las obras fueron a un buen ritmo y en 1552 ya se había completado el tramo existente entre la Peña del Macho y el Carrel. Para salvar el barranco que delimitaba por el Noreste la Ciudad, último gran obstáculo orográfico, Vedel diseñó Los Arcos, estructura que da nombre a toda la Traída.




      Esta emblemática construcción es de clara inspiración clásica y aúna magistralmente su carácter utilitario (acueducto y viaducto) con el representativo. Consta de dos niveles, el superior de seis arcos y el inferior de dos.





        Este acueducto para la traída de aguas a la ciudad desde la Peña del Macho, sirvió también como viaducto para comunicar estas dos zonas, al permitir el acceso a los peatones, por un nivel intermedio. Es una verdadera obra de ingeniería a la vanguardia de las que se realizaron en su tiempo.





       El acueducto de los Arcos es una obra renacentista con 150 arcadas, realizada por Pierres Vedel (1537-58) siguiendo las pautas del Fuero de Teruel, así que cumple las funciones de abastecimiento de agua potable y del tránsito peatonal sobre el gran barranco que separa a la ciudad del arrabal.








domingo, 27 de mayo de 2018

LA JUDERÍA DE TERUEL






Teruel es conocida como la ciudad del mudéjar y uno de los lugares de España donde más se extendió esta cultura. Pero junto a ésta y la cristiana, predominante en todo momento, convivieron los judíos entre el siglo XIII y el XV, cuando fueron expulsados de España.

La presencia judía en Teruel se documenta desde el siglo XIII y dura hasta su expulsión en 1492, si bien una gran parte de las familias se convirtieron al cristianismo. Tuvieron una gran influencia en lo económico y comercial, y contribuyeron al desarrollo de las otras culturas. En la actualidad apenas quedan restos de las juderías, pero éstas todavía tienen un potencial turístico importante.

Las aljamas o comunidades judías en las ciudades no eran muy numerosas, en el caso de Teruel capital se llegaron a contabilizar unas 350 ó 400 personas en su máximo esplendor, pero sí fueron fundamentales para el desarrollo socioeconómico de la ciudad, ya que conformaban una importante clase media con una gran influencia comercial y económica.

Los judíos regentaban algunos de los comercios más importantes de la ciudad, y favorecieron el comercio con todas las regiones limítrofes. Además, en su condición de banqueros prestaron grandes cantidades de dinero a las otras comunidades (cristiana y musulmana) lo que favoreció su desarrollo.




La cultura hebrea, a diferencia de la mudéjar, no dejó grandes monumentos que visitar, apenas quedan vestigios de la época. A lo sumo, un entramado de callejuelas como sucede en la capital turolense.






A finales de la década de los 70 se llevo a cabo el hallazgo de los primeros restos materiales de la propia judería, entendida como espacio social y urbanístico. Tras el hundimiento del suelo en la plaza de la judería de Teruel, ocurrido en 1978, quedaron al descubierto unos restos de cierta envergadura, construido mediante arcos fajones apuntados, tal y como se observa en la imagen así como un pequeño conjunto de lámparas rituales judaicas. 




El hallazgo correspondía a tres ejemplares incompletos de lámparas rituales o hanukiya recogidas en esas mismas fecha, elaboradas en cerámica y de cronología bajomedieval.  Se trata de un objeto ritual de carácter religioso y uso doméstico formado por nueve lámparas, utilizado durante la fiesta de Hanukah o fiesta de las Luces, que duraba ocho días durante los cuales se iba encendiendo una lamparilla cada día. 

lunes, 7 de mayo de 2018

La Cerámica de Teruel

                                                                    



  


La cerámica tradicional turolense, aparece entre los siglos XIII y XIV. Estamos en el inicio de una auténtica cerámica mudejar; cerámica que vendrá desarrollándose de igual manera en los siglos venideros.








    La cerámica de Teruel, se presenta como una de las pocas en las que se incluyeron todas las especialidades del barro, desde la cantería y la ollería a la producción de vajillas y azulejos, no faltando la tejería. Estas formas de artesanía, se han ido conservando a través de los tiempos, como consecuencia de la permanencia en nuestro país, y en la capital turolense, de muchos maestros azulejeros de tradición.



    Alrededor de la arcilla y la cerámica se desarrollaron una serie de oficios que participaban en el proceso de su fabricación. Estos oficios ocuparon a una importante parte de la población y fue común que sus operarios se asentaran en torno al lugar en el que realizaban la actividad, lo que dio origen a algunos barrios. Ya en el Fuero de Teruel se regulaban de manera bastante precisa las medidas y las normas de calidad de las distintas piezas que se producían.

    El proceso comenzaba con la extracción de la arcilla en los abundantes yacimientos que bordean la ciudad y continuaba con el acarreo de la materia prima hasta los alfares. Allí se refinaba, se amasaba y se elaboraban las piezas a base de moldes o del torno, según a lo que fueran destinados. Tras los procesos de barnizar, decorar y hornear en distintas etapas, las piezas elaboradas pasaban a la venta.

   






Es frecuente encontrar en la decoración de la cerámica turolense motivos como animales fantásticos, cenefas a base de dibujos geométricos, peces, pájaros con moñote, vegetales y otros. En los barnizados se han venido utilizando una mezcla acuosa con fórmulas específicas de cada artesano a base de estaño, plomo, sílice… Para obtener los colores verdes, morados o azules, que fueron los más habituales, se utilizaban óxidos de cobre, hierro, manganeso o cobalto.



sábado, 10 de septiembre de 2016

LA ESCALINATA

   

   La Escalinata es uno de los monumentos más emblemáticos de Teruel.



   Obra de José Torán se trata de una construcción neo-mudéjar que une dos de los movimientos artísticos más importantes de Teruel, la arquitectura mudéjar y el estilo modernista.  





   Tomando del primero el ladrillo como material de construcción y la cerámica vidriada como elemento decorativo y del estilo modernista la forja de las farolas.





     Fue construida entre 1920 y 1921, e inaugurada el 5 de junio de 1921 con el fin de comunicar el centro de la ciudad con la Estación de Ferrocarril, recién construida en la época.




     El autor pretendía con esta construcción monumental dotar a la ciudad de un acceso digno desde la citada estación, así como poner de manifiesto elementos arquitectónicos y decorativos extraídos de la tradición mudéjar local y del modernismo.

    La Escalinata es la imagen resumida de Teruel para el viajero que llegaba a la ciudad y en la actualidad constituye la obra clave del neo-mudéjar turolense.

   Su desarrollo es perpendicular al Paseo del Óvalo y salva los 26 metros de desnivel existente.
El recorrido de la Escalinata se estructura en tres partes bien diferenciadas, articuladas entre sí por dos pequeñas plazas.




   La primera parte arranca desde la estación, atraviesa los Jardincillos de la Estación o de los Botánicos casi sin ascender y llega a una pequeña plaza con un espacio verde central.





    La segunda parte está formada por siete tramos que llegan hasta una plaza-mirador presidida por una gran fuente y un relieve dedicado a los Amantes, realizado por Aniceto Marinas.
 





    Por último, la tercera parte se divide en dos escaleras con desarrollo semicircular que rodean la plaza-mirador y que terminan en el Paseo del Óvalo, rematadas por dos torreones.

   Destaca la labor de la fábrica de ladrillo combinada con piedra y decorada con cerámicas en color verde y blanco, que presentan motivos neo-mudéjares y sirven para enfatizar los distintos elementos de la Escalinata.


      Paralelamente, se aprecia una exaltación de la ciudad y su historia en la temática decorativa.



lunes, 21 de diciembre de 2015

EL CRISTO DE LAS TRES MANOS




La iglesia del Salvador de Teruel, tiene en su interior, una imagen llena de enigmas y leyendas, El Santo Cristo del Salvador, también llamado El Cristo de las tres manos.


Es una iglesia bastante oscura, decorada con esgrafiados. En el altar mayor la imagen del Cristo crucificado que da nombre a la iglesia, de mayores proporciones que las humanas, con el rostro inclinado hacia el lado derecho, hacia el de la llaga, en el costado izquierdo le nace una mano sobre las costillas a la altura del pecho. Le sale sangre de la llaga y la de los clavos de manos y pies parece correr con gotas continuas. Un paño anudado a la cintura le cubre hasta las rodillas. La cruz es plana e imita a la madera. Por algunos rasgos podría tratarse de una imagen de la transición del románico al gótico, probablemente del S.XII.

De este Cristo se cuentan multitud de historias y leyendas, una de ellas dice que la imagen llego flotando en las aguas de los ríos Alfambra y Guadalaviar, que llegaban desbordados debido al deshielo de la nieve. La imagen se paró frente a las murallas de la ciudad y al rescatarlo los lugareños y llevarlo a la iglesia en la que se encuentra actualmente sucedió un milagro y las aguas descendieron.
Que el artista fue un ángel o un peregrino, y de esa tercera mano, se cuenta que era la de un ladrón que quiso robar a Cristo y se le quedo pegada. Otros dicen que seguramente esta imagen formo parte de un grupo escultórico que representaría un Descendimiento, del cual las otras imágenes están desaparecidas. Otros dicen que pertenecería a un tríptico, otros...
También se le llama el Santo Cristo de los Milagros o de la Misericordia.

Sea lo que sea y mezclando realidad con leyenda, se trata del Cristo más venerado de Teruel y prueba de la devoción que le profesan es la Hermandad del Cristo de las Tres Manos, que se constituyó en 1639 y todavía hoy sigue vigente.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Casa La Madrileña



La casa denominada La Madrileña fue diseñada por el arquitecto tarraconense Pablo Monguió para la familia Garzarán y construida hacia 1912 en estilo modernista.  La rejería se atribuye a Matías Abad y destaca por ser una de las más puramente modernistas de Teruel.
 Monguió entre 1910 y 1912 dota a la ciudad de bellos edificios reflejo del gusto de la clase burguesa y que convierten a Teruel en cabeza del modernismo en Aragón.


Se localiza en la plaza Carlos Castel, cerca de la Casa el Torico, construida también por Monguió. A principios del siglo XX tuvo un uso residencial, destinada a pisos de alquiler y un local comercial en la planta baja. Ocupa un estrecho solar entre edificios y su exótica fachada en color azul claro reúne las características más propias del estilo modernista: esmerada decoración, composición simétrica, mezcla de materiales…

Sobre la planta baja porticada se levantan tres pisos residenciales y un ático. Cada piso se abre por un balcón y el ático por cuatro óculos de formas sinuosas. Los tres balcones se enmarcan por un gran óvalo con decoración florar. Los balcones presentan decoración en relieve a modo de dintel y rejería a base de formas curvas y vegetales. En el balcón del segundo piso se observa que la rejería representa una curiosa forma de mariposa de gran belleza. Sobre el ático se dispone un alero voladizo realizado en madera, que se decora igualmente con flores.

Exteriormente conserva gran parte de su autenticidad e integridad, pero en el interior, su imagen ha sido algo alterada. Es considerado el edifico modernista más imaginativo de Teruel por su libertad compositiva y originalidad.




sábado, 12 de septiembre de 2015

La casa El Torico



La casa El Torico, sita en la plaza Carlos Castel n.º 13 de Teruel (España), fue construida en el año 1912 por el arquitecto tarraconense Pablo Monguió para la familia López y recibe este nombre por el local que originariamente ocupaba la planta baja, destinado a la venta de tejidos.

 El uso primitivo comercial y residencial se transformó en los años ochenta para albergar las oficinas de la Caja Rural Provincial. El edificio sufrió una profunda reforma interior para adaptarlo a su nuevo uso y tan sólo se conservan las fachadas y dos columnas de fundición en la planta baja.


Se ubica en la plaza Carlos Castel n.º 13, en un privilegiado solar en esquina con fachadas a las calles Hartzembusch y Tras el Mercado. Exteriormente todo el conjunto se unifica a través del color violeta de sus fachadas combinado con motivos decorativos en blanco, animados por la presencia de algunos detalles realizados en ladrillo, cerámica y forja. En la fachada a la plaza, el edificio se resuelve en continuidad con la estructura porticada de la plaza y presenta tres pisos sobre los porches. En esta fachada Monguió utiliza un variado vocabulario formal dominado por la utilización de la línea curva, dentro de una composición simétrica que se rompe en la esquina con la calle Hartzembusch. Las otras dos fachadas están concebidas con una mayor simplicidad.

  




La casa es uno de los mejores edificios modernistas conservados en Aragón por su pureza estilística, sentido lúdico y libertad compositiva, todo ello resaltado por la armonía y el cuidado del detalle de los motivos decorativos en los distintos materiales. Por otro lado, es reflejo de un contexto histórico muy concreto, el de la ciudad de Teruel de principios del siglo XX, y de una nueva clase social burguesa con una mentalidad y unos gustos artísticos muy determinados que, en este caso, Pablo Monguió supo plasmar a la perfección.

sábado, 18 de julio de 2015

EL PORTAL DE LA TRAICIÓN

Portal de San Miguel 1950
Acaeció allá por el año 1360. Por aquel entonces el rey de Castilla, Pedro I “el Cruel” y el rey de Aragón, Pedro IV andaban enzarzados en plena guerra.

El ejército castellano avanzaba por Aragón saqueando y arrasando todo cuanto encontraba a su paso. Llegado a Teruel tropezó con una ciudad totalmente amurallada y perfectamente defendida. 

El asedio duró algún tiempo y muchas fueron las personas que perdieron la vida o vieron seriamente dañadas sus viviendas.

Con el paso de los días los turolenses comenzaron a sentir miedo, pero entre todos destacó uno, el juez de Teruel, el cual temiendo ser torturado e incluso pagar con la muerte, decidió establecer un pacto secretamente con el enemigo: abrirle el portal de San Miguel. 


El día tres de mayo, el día de Santa Cruz, las tropas de Pedro I entraron en la ciudad por el “Portal de la Traición” y Teruel, sin remedio, tuvo que rendirse, quedando bajo dominio castellano.

El rey castellano quedó tan satisfecho con su conquista que decidió no tomar represalias contra los turolenses, incluso les permitió que siguieran con sus costumbres.

Antes de abandonar Teruel, el ejército castellano saqueó la ciudad y se llevó consigo los pendones y banderas que los turolenses habían conseguido en nobles batallas. 

Al enterarse el rey aragonés de la escasa resistencia, el saqueo y lo que los castellanos habían usurpado, se enfadó tanto con el pueblo de Teruel que le retiró los Fueros. 

Pasado un tiempo y ante las súplicas de los turolenses, Pedro IV decidió devolverles los fueros.

Quien no perdonó nunca al juez traidor fue Teruel, tampoco pudo aplicarle justicia por haber huido con el enemigo castellano. Pero consiguió que su nombre fuese condenado al olvido borrándolo de documentos y crónicas. Así pues nunca se sabrá quien fue el tal traidor que con su cobardía cambió el nombre a una de las puertas más famosas de Teruel.

Portal de la Traición en la actualidad.


viernes, 3 de julio de 2015

El toro y la estrella en la ciudad de Teruel.




    Es el famoso Fuero de Teruel, concedido el 1 de octubre de 1171 por el rey Alfonso II de Aragón. 
    Así se inicia el texto del Fuero:

Puesto que la memoria es resbaladiza y no es suficiente para la multitud de las cosas, se hace necesario dejar constancia material de ella, a fin de que se restaure íntegramente por el escrito lo que se ha escapado del albergue del pecho por el paso del tiempo. Por esto, sea conocido por todos, presentes y venideros, que nos, Alfonso, por la gracia de Dios rey de Aragón […], hago y pueblo una villa en el lugar que se llama Teruel. Y para que los habitantes y pobladores que lleguen, habiten allí más segura y gustosamente, y otros deseen venir, les concedo y hago esta carta de población, costumbre y franqueza.



   La de Teruel es una bonita historia, que en sus inicios se basa en este magnífico fuero, uno de los más destacados e importantes de España. Es una obra un valor histórico excepcional, no tiene precedentes y primer texto legal de gran extensión redactado en la Península Ibérica. 
   Pero, como todos los lugares de importancia, en algún momento la ciudad sintió la necesidad de envolver sus orígenes en aura de leyenda, y así cuenta con un relato muy popular que narra su fundación. 







   Cuenta que acampadas las huestes de Alfonso II en el cerro que hoy ocupa Teruel, hubo de marcharse el rey urgentemente a otro lugar del reino; los caballeros que iban con él le sugirieron la conveniencia de fundar en el lugar donde se hallaban una villa para reforzar la frontera y él accedió antes de marchar. Pero los señores que habían de encargarse de realizar aquella nueva fundación dudaron sobre la elección del emplazamiento más adecuado… 

   Finalmente decidieron que escogerían aquel que la Providencia les marcara con alguna señal. Y aquella señal no tardaría en llegar. Las tropas moras de los contornos les prepararon una emboscada, enviando hacia donde estaban una enorme manada de toros con las astas encendidas. Los cristianos no solo acabaron con aquella amenaza, sino que dispersaron a los soldados enemigos, adueñándose de la margen izquierda del río Guadalaviar. Y fue entonces cuando vieron, en un alto, a uno de los toros con una luz entre las astas; quizá fuera un resto de la pez o las ramas ardientes que le hubieran colocado, pero parecía una estrella…
   Esa fue la señal que los caballeros cristianos interpretaron como un guiño de la Providencia que les indicaba el lugar donde había de estar Teruel. Y ese fue, por tanto, el lugar elegido. Por eso es por lo que hasta hoy el toro se identifica con Teruel en muchos de sus símbolos: destacadamente, en el escudo, en la bandera y en el monumento que se alza en la plaza que constituye el centro de la ciudad, el famoso Torico.




   Otra versión, que recoge por ejemplo Cosme Blasco y Val en su vetusta Historia de Teruel, afirma que, habiendo determinado el rey y sus caballeros la fundación de una ciudad en la zona, divisaron un toro en un cerro, que mugía y al que seguía en sus movimientos una estrella que desde el firmamento parecía alzarse sobre su cabeza. El animal se paró en la cumbre de un cerro, siempre con el astro sobre él; y aquella visión produjo tal impresión en los cristianos que eligieron aquel lugar para la fundación que intentaban.


















  La relación de Teruel con el toro, sin embargo, podría ser más antigua que todo eso, si se atiende a la existencia de monedas romanas acuñadas con el símbolo del toro y la estrella (mejor, las estrellas, pues suelen ser dos) o a la tradición que afirma que la ciudad fue fundada, en realidad, por unos fenicios que remontaron el río Turia y que, debido a la cantidad de toros que existían en el lugar, dieron el nombre de este animal tanto al río por el que habían venido como a la población recién creada, a la que llamaron Turbao Tor-bat. El erudito decimonónico Miguel Cortés se inclinaba por aceptar esto último, afirmando haberse hallado monedas celtíberas en los contornos de Teruel en las que se veía «el buey arrodillado, en ademán de recibir las divinas influencias de la diosa Venus, representada en el lucero».