martes, 29 de octubre de 2013

LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS





            La solemnidad de Todos los Santos como la conmemoración de los Difuntos, son dos celebraciones que recogen en sí, de un modo especial, la fe en la la vida eterna. Y aunque estos dos días nos ponen delante de los ojos lo ineludible de la muerte, dan, al mismo tiempo, un testimonio de la vida.
            El hombre, que según la ley de la naturaleza está "condenado a la muerte", que vive con la perspectiva de la destrucción de su cuerpo, vive, al mismo tiempo, con la mirada puesta en la vida futura y como llamado a la gloria.
          La solemnidad de Todos los Santos pone ante los ojos de nuestra fe a todos aquellos que han alcanzado la plenitud de su llamada a la unión con Dios. El día que conmemora los Difuntos hace converger nuestros pensamientos hacia aquellos que, dejado este mundo, esperan alcanzar en la expiación la plenitud de amor que pide la unión con Dios.
           Se trata de dos días grandes para la Iglesia que, de algún modo, "prolonga su vida" en sus santos y también en todos aquellos que por medio del servicio a la verdad y el amor se están preparando a esta vida.
            Por esto la Iglesia, en los primeros días de noviembre, se une de modo particular a su Redentor que, por medio de su muerte y resurrección, nos ha introducido en la realidad misma de esta vida.

Juan Pablo II


         El Día de Todos los Santos es una tradición cristiana que se celebra en nuestro país el primer día de noviembre celebrando misas en honor a los muertos.
         El motivo principal es recordar y honrar a todos los parientes fallecidos. Se acude al cementerio a honrar y ofrecer flores a los parientes difuntos  y se reúnen las familias. Los cementerios abren durante más tiempo y los floristas hacen más negocio del habitual. Se celebra  en otoño para simbolizar la 'muerte de la naturaleza'.
        El origen de esta fiesta se remonta al 2 de noviembre del año 980, cuando el abad San Odilón instaura por primera vez una festividad para orar por los fieles fallecidos.


Gastronomía tradicional

         Los dulces más comunes que se preparan para el Día de Todos los Santos son los buñuelos 'de viento' y los huesos de Santo.




         Pero España tiene multitud de tradiciones gastronómicas relacionadas con ésta festividad, dependiendo de la región, por ejemplo, en la zona de Cataluña, Baleares y Valencia, además de los buñuelos y los huesos de santo, también se consumen 'panallets', mientras que en Galicia, Asturias o la provincia de León, donde se celebra el Magosto, es más típico comer castañas asadas.


         En Castilla-la Mancha suelen prepararse migas de niño, mientras que en Extremadura, donde se celebra la Chaquetía, se sale al campo a comer frutos secos como como nueces, bellotas, granadas o castañas. En Jaén son típicas las gachas, igual que en Córdoba.



sábado, 5 de octubre de 2013

domingo, 11 de agosto de 2013

LLEGARON LOS AVIONES

PEQUEÑO PUNTO EN EL CIELO
ATERRIZAJE

IMPRESIONANTE
GIRO DE 90º
 CAMINO DEL HANGAR

OCUPADO
FIN DEL TRAYECTO

domingo, 2 de junio de 2013

LA BARONÍA DE ESCRICHE

      


               La villa de Escriche , también llamada en Corbalán Baronía de Escriche, comprendía la llamada Casa Grande de Escriche y las masias de La Casa Baja, El Espinal, Fuen del Berro, La Hita, La Rinconada, La Solana y La Peñuela. Siendo el núcleo central la casa Grande que se encuentra a 7 kilómetros de Corbalán, aproximadamente.





           La más destacada de estas masías es la Casa Grande donde se ejercía la capitalidad de la villa y donde se halla el palacio del Barón de Escriche también llamado Casa Grande y del cual toma nombre la masía.
           Cuenta la tradición que era tal el poder del Barón de Escriche en sus dominios,  que tenía jurisdicción plena, es decir, que podía juzgar e incluso condenar a muerte por delitos cometidos bajo su jurisdicción.
          El palacio es un edificio rectangular de tres plantas situado en la falda de una gran colina. En la planta baja se situaban las dependencias de la servidumbre, la cárcel, las cuadras y el patíbulo.
           La iglesia parroquial de San Bartolomé se encuentra situada al lado del palacio de los Barones de Escriche. Se trata de una obra barroca de la segunda mitad del siglo XVII, con fábrica de mampostería, tres naves en su interior, la central cubierta por bóveda de medio cañón y lunetos, y las laterales, de arista.





     LA LEYENDA DE LA FIERA DE ESCRICHE

          En tiempos antiguos había una fiera que asolaba los terrenos de Escriche y alrededores. Era tal su fiereza que nadie había podido darle caza y los destrozos y muertes que causaba en el ganado eran muy grandes. Ante esto los vecinos acudieron al rey que no supo como dar muerte a esta fiera y prometió una gran recompensa a quien lo hiciera. Se presento un soldado fugitivo curtido en mil batallas que pidió únicamente una espada, un espejo y un caballo.

          El soldado fue a la busca de la fiera, cuando la encontró utilizó el espejo a modo de escudo. La fiera al verse reflejada creyó encontrarse ante un animal de su especie lo que le hizo dudar un rato, momento en que el soldado aprovecho para matar a la fiera. En recompensa en rey le otorgo todas aquellas tierras que pudiese recorrer con su caballo en un día. Estas tierras fueron las de la Baronía de Escriche y el soldado fue el primer Barón de Escriche.

       Esta leyenda está representada en un mural de la Casa Grande donde se narra el momento en que el soldado da muerte a la fiera que aparece pintada como un dragón. Se trata pues de una leyenda que entronca con las leyendas medievales tales como la de S. Jorge y el dragón.


domingo, 26 de mayo de 2013

SAN PABLO



                                         





  Saulo perseguía a los cristianos.
                                       





     Deslumbrado por una potente luz, cayó del caballo.


                                             




               



                       Se convirtió y empezó a predicar.

                               

                                         







     Para predicar la buena nueva, hizo numerosos viajes.
                           






                     

 Cuando no podía visitar las comunidades cristianas, escribía cartas.

                                                 








  Estuvo encarcelado en Roma.