La solemnidad de Todos los Santos como la
conmemoración de los Difuntos, son dos celebraciones que recogen en sí, de un
modo especial, la fe en la la vida eterna. Y aunque estos dos días nos ponen
delante de los ojos lo ineludible de la muerte, dan, al mismo tiempo, un
testimonio de la vida.
El hombre, que según la ley de la
naturaleza está "condenado a la muerte", que vive con la perspectiva
de la destrucción de su cuerpo, vive, al mismo tiempo, con la mirada puesta en
la vida futura y como llamado a la gloria.
La
solemnidad de Todos los Santos pone ante los ojos de nuestra fe a todos
aquellos que han alcanzado la plenitud de su llamada a la unión con Dios. El
día que conmemora los Difuntos hace converger nuestros pensamientos hacia
aquellos que, dejado este mundo, esperan alcanzar en la expiación la plenitud
de amor que pide la unión con Dios.
Se
trata de dos días grandes para la Iglesia que, de algún modo, "prolonga su
vida" en sus santos y también en todos aquellos que por medio del servicio
a la verdad y el amor se están preparando a esta vida.
Por esto la Iglesia, en los primeros días de noviembre, se une de modo
particular a su Redentor que, por medio de su muerte y resurrección, nos ha
introducido en la realidad misma de esta vida.
Juan
Pablo II
El Día de Todos los Santos es una tradición
cristiana que se celebra en nuestro país el primer día de noviembre celebrando
misas en honor a los muertos.
El motivo principal es recordar
y honrar a todos los parientes fallecidos. Se acude al cementerio a honrar
y ofrecer flores a los parientes difuntos y se reúnen las familias. Los cementerios abren
durante más tiempo y los floristas hacen más negocio del habitual. Se celebra en otoño para simbolizar la 'muerte de la naturaleza'.
El origen de
esta fiesta se remonta al 2 de noviembre del año 980, cuando el abad San
Odilón instaura por primera vez una festividad para orar por los fieles
fallecidos.
Gastronomía tradicional
Los dulces
más comunes que se preparan para el Día de Todos los Santos son los buñuelos 'de viento' y los huesos de Santo.
Pero España tiene multitud de tradiciones gastronómicas
relacionadas con ésta festividad, dependiendo de la región, por ejemplo, en la
zona de Cataluña, Baleares y Valencia, además de los buñuelos y los huesos de
santo, también se consumen 'panallets',
mientras que en Galicia, Asturias o la provincia de León, donde se celebra el Magosto, es más típico comer castañas asadas.
En Castilla-la Mancha suelen prepararse migas de niño, mientras que en
Extremadura, donde se celebra la Chaquetía,
se sale al campo a comer frutos secos como como nueces, bellotas, granadas o
castañas. En Jaén son típicas las gachas, igual
que en Córdoba.